El valor de ser, y sufrir por ser, cristiano

Bienaventurados sois cuando otros os insulte y os maltrate y, cuando por mi causa, digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo (Mt. 5:11).

  Desde luego que Jesús de Nazareth es un maestro difícil de seguir–y no solo porque nos advirtió arriba de los palos por venir.  Su enseñanza mayor en la colina abarrotada de Capernaúm (eso, el llamado Sermón del Monte) es hermosa (me muero por haber estado allí) pero surrealista.  Jesús plantea paradojas, es decir afirmaciones que parecen contradecir el sentido común. ¿Dichosos son los que lloran? Nos molesta en parte, creo, porque parece estar dirigido a perdedores: los pobres de espíritu, los mansos, los que lloran, los compasivos, los pacificadores.  ¡Y no queremos ser perdedores!  Ya no tenemos que formar parte de la muchedumbre desgraciada. Cada individuo tiene valor y ¡estamos en democracia!  Han pasado veinte siglos desde Jesús—mucha agua—y nadamos en las corrientes del “superhombre” de Nietzche, el “yo ante la nada” de Sartre y el “el texto no tiene significado aparte del lector” de Derrida.  Hoy en día Che Guevara tira más que Gandhi o Luther King. Contrario a la fuerza, el poder y la riqueza, Jesús declara lo que realmente cuenta ante Dios, lo que son los verdaderos valores del reino de Dios. Aunque nos provocan cierto estupor y incredulidad, como provienen de una fuente fiel, las recibimos como buenas noticias. “Bueno, el Hijo de Dios sabrá lo que quiere decir.” ¿Y si estas bienaventuranzas no están dirigidas precisamente a nosotros? Por nosotros quiero decir, nosotros cristianos que viven sobrados de seguridad, libertad, autonomía, poder adquisitivo, etc. ¿Qué necesidad tenemos de las recompensas prometidas?  Creo que el sentido más literal de estas bendiciones solo tiene sentido para ellos de verdad identificados con las circunstancias. Nuestro texto del mes, la guinda de la lista, lo confirma:  “Dichosos los que sufren acoso por hacer lo que es justo, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos sois cuando otros os insulte y os maltrate y, cuando por mi causa, digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Alegraos y estéis contentos, por que vuestro galardón es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros” (Mateo 5:10-12).
  • ¿De quién habla Jesús?  ¿Quiénes son los dichosos? Son:
  • Aquellos que por hacer el bien son ultrajados;
  • Aquellos que por solo declararse cristiano corren peligro físico y psíquico;
  • Aquellos que sufren en sus carnes por ser la voz de conciencia moral (como los profetas);
Debemos conocer sus nombres, porque ante los ojos de Dios son muy apreciados:
  • Hada y sus tres hijas, Azeb, Sada y Minya (Eritrea)
  • Pastor Zhang Rong-Liang, arrestado (China)
  • Los jóvenes Eman el-Sayed y Mohammed Hegazy (Egipto)
  • Quince pastores en Zimbabwe que desafiaron el gobierno
  • Asya Ahmad Muhammad (15 años, Irak)
  • Trece cristianos de la etnia Hmong asesinados (Laos)
  • Los cristianos del pueblo Marall, echados (Azerbaiyán)
  • Paul Chinnaswamy y familia, derribada su casa (India)
  • Abraham Bentar, encarcelado (Indonesia)
  • Pastor Vyacheslav Kalateaevsky, arrestado (Turkmenistán)
  • Los creyentes de Madhya Pradesh,amenazados (India)
  • Familia convertida de Samdrup Jongkhar (Bután)
Son solo la punta del iceberg de millones de cristianos que sufren simplemente por la falta de libertad religiosa en su país o región. Actualmente hay 50 países donde cualquier persona de una fe minoritaria sufre opresión oficial o violencia consentida. (Ir al vínculo:  http://www.idop.org/map.pdf) Sencillamente no tenemos ni idea de lo que cuesta para la inmensa mayoría del mundo profesar su fe en Cristo. Están tan lejos de nuestra vida cotidiana y caemos en la tendencia de creer, por nuestro propio entorno, que no puede ser tan malo como lo pintan. Pero lo es. Solo en el siglo XX murieron 150 millones de cristianos por su fe (eso no incluye los millones que murieron por pensar distinto políticamente o por ser refugiados de guerra).* Muchos se sorprenderían también de los países donde la libertad religiosa está violada:   Quizás no nos damos cuenta lo que significó para la libertad de pensamiento en el mundo occidental el careo de Martín Lutero con el Emperador Carlos I de España y V de Alemania en 1521. El emperador le citó a una sesión de gobierno, el Diet, en Worms. Delante de todos, los poderes políticos y eclesiásticos le dieron la oportunidad a Lutero de retractar todos sus escritos. Después de un día de reflexión, Martín Lutero respondió: A menos que me convenzan por el testimonio de las Sagradas Escrituras o la razón pura, estoy obligado por las mismas escrituras que yo he citado y mi conciencia está cautiva a la Palabra de Dios. No puedo retractar porque violar la conciencia no es correcto ni sano. Aquí estoy.  No puedo hacer otra cosa.  Que Dios me ayude. Amén Este momento cambió el destino de Europa: Fue el comienzo del cambio de paradigma y del principio de conciencia personal. Aunque muchos humanistas y objetores a la fe dominante murieron por el mismo principio antes que Lutero, fue la primera vez ante un emperador en persona.**  Casi 500 años después disfrutamos del fruto de esta protesta (aunque solo 30 años en España). Dichosos sois cuando otros os insulte y os maltrate y, cuando por mi causa, digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Pero volvamos al hecho sufrir por ser cristiano. Los apóstoles Pedro y Pablo creían que tanto sus sufrimientos como los de todos los cristianos de su época eran una forma de participar en los padecimientos de Cristo, y un motivo de alabanza y honor: Dichosos sois si alguien los insulta por causa de Cristo,  porque el glorioso Espíritu de Dios está continuamente sobre vosotros. Si alguno de vosotros sufre, que no sea por asesino, ladrón  o criminal, ni por ser un entrometido. Pero si sufre por ser cristiano,  no debe avergonzarse, sino alabar a Dios por llevar ese nombre. (1 Pedro 4:14-16) Curioso como Pedro destaca, dos veces incluso, la posibilidad de sufrir por los motivos equivocados. ¡Qué vergüenza si uno que profesa a Cristo sufre no por agradar a Dios sino por agradarse a sí mismo!  También Pedro hace referencia a la identificación con Cristo: “Es mejor sufrir por hacer el bien, si así lo quiere Dios, que por hacer el mal.  Porque Cristo mismo sufrió la muerte por nuestros pecados, una vez para  siempre. Él era inocente, pero sufrió por los malos, para llevaros a Dios” (1 Pedro 3:17,18). Si existe una realidad misteriosa en nuestra vida, es el dolor. Ante el dolor nos sentimos impotentes. A menudo el que está a nuestro lado y nos quiere, tampoco es capaz de ayudarnos a resolverlo; y sin embargo, a veces nos basta que alguien lo comparta con nosotros, quizás con su silencio. Esto fue lo que hizo Jesús: vino para estar al lado de cada hombre, de cada mujer, hasta compartirlo todo con nosotros. Más aún: asumió cada dolor nuestro y se hizo dolor con nosotros hasta gritar: «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado Cristo Jesús ofreció su cuerpo para darnos vida y en solidaridad con nuestro dolor.  Y su Cuerpo espiritual, la iglesia, sigue siendo golpeado, humillado, molido.  Que nos solidaricemos con aquellos que son rechazados por su pueblo, su patria, su nación porque no han  buscado “agradar a los hombres, sino a Dios que sopesa nuestros corazones” (1 Tes. 1:4), “aquellos que anhelaban una mejor patria; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse su Dios; porque les ha preparado una ciudad”  (Heb.11:16). Dichosos son. –Timoteo Westergren Comunidad Cristiana de Tres Cantos Seguir a Jesús con coherencia † Servir a los demás con amor † Animar a todos con entusiasmo en su camino hacia Cristo * Claro que en algunos casos se solapan los motivos de asesinato. Sabemos que el nacionalismo es malo. Y el nacionalismo casado a una sola religión o un ateísmo estatal es lo peor. ** La película Lutero es un buen reflejo de la persona y los eventos que marcaron el comienzo del derecho de libertad de pensamiento que disfrutamos hoy.