EN ESTO CREEMOS
Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor. Fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de la Virgen María. Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los muertos. Al tercer día resucitó, subió a los cielos, y está sentado a la diestra del Padre. Volverá para juzgar a los vivos y a los muertos.
Jesucristo es Dios y hombre (Jn. 1:1,14). Fue concebido por el Espíritu Santo (Lc. 1:35), nació de una virgen llamada María (Lc. 1:27), y vivió sin cometer ningún pecado (1 Jn. 3:5). Murió en la cruz, el Justo por los injustos, como un sacrificio por sustitución. Todos los que creen en Él son justificados por su sangre derramada. Resucitó de los muertos a los tres días de ser crucificado y ascendió a los cielos (Lc. 24:50). Él está ahora a la diestra de la Majestad en las alturas como nuestro gran Sumo Sacerdote. Volverá otra vez para establecer su Reino de justicia y de paz (Heb. 9:28).
La muerte de Jesucristo en la cruz es el sacrificio único y suficiente mediante el cual todo ser humano puede recibir el perdón de sus pecados. Aquellos que se arrepienten y confían que Cristo murió en sustitución de ellos (Heb. 9:13-26) son nacidos de nuevo, del Espíritu de Dios, reciben el don de la vida eterna y se convierten en hijos de Dios (Rom. 10:9,10 y Jn. 1:12), libres de la culpa y de la muerte eterna.
Creo en el Espíritu Santo
En su conversión el ser humano es regenerado por el mismo Espíritu de Dios, quien da seguridad de la salvación al creyente (Rom. 8:16). Es también la voluntad de Dios que cada uno que cree en Cristo sea lleno del Espíritu Santo, y así separado del pecado, completamente dedicado a la voluntad de Dios, con poder para una vida santa y de servicio en amor. La consagración (o “sanctificación”) es tanto una experiencia puntual como una experiencia progresiva comenzada en el creyente a partir de la conversión.
Él ha inspirado las Sagradas Escrituras, llamado comúnmente La Biblia.
El Antiguo Testamento y el Nuevo (la Biblia), sin error en su manuscritos originales, fueron inspirados por Dios y son la revelación completa de su voluntad para la salvación de la humanidad, la verdadera Palabra de Dios (2 Tim. 3:16). Por lo tanto es la única autoridad, infalible y suficiente, para la fe y la práctica cristiana (Sal. 119:11; Mt. 4:4). Cada seguidor de Cristo, regenerado por el Espíritu Santo, es apto para estudiar e interpretar las Sagradas Escrituras para el beneficio de su vida espiritual.
Creo en la santa iglesia universal, en la comunión de los santos
Creo en el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo, y la vida eterna
Se hace provisión en la obra redentora de Jesucristo para la sanidad del cuerpo y mente. La oración por los enfermos y afligidos y la unción con aceite (Stg. 5:14-16) son ministerios de la Iglesia en la época actual.
Habrá una resurrección corporal de los justos y los injustos; para aquéllos, una resurrección de vida, y para éstos, una resurrección para juicio. (1 Corintios 15:20-23; Juan 5:28-29) La segunda venida del Señor Jesucristo es inminente y será personal, visible, y precederá un reino milenario de Cristo. Esta es la esperanza bendita del creyente y es una verdad vital que le impulsa a una vida santa y un servicio fiel. (Hebreos 10:37; Lucas 21:27; Tito 2:11-14).